Uno de los Ãconos del diseño gráfico internacional, las lecciones de un veterano en el oficio, creó el conocido sÃmbolo para I love New York. El estilo de Glaser se caracteriza por el eclecticismo y está influido por numerosas fuentes si bien siempre ha dado a la ilustración una gran importancia. Comparte 10 principios básicos a la hora de encarar la profesión. A prestar atención a estos consejo.
Sólo puedes trabajar para gente que te agrada
Es una regla curiosa que me llevó mucho tiempo aprender porque, de hecho, en los inicios de mi práctica sentÃa lo contrario. Ser profesional requerÃa que no te gustara particularmente la gente para la cual trabajabas, o al menos que mantuvieras una relación distante, lo que significaba no almorzar con los clientes ni tener encuentros sociales. Hace algunos años me di cuenta de que lo opuesto era verdad. Descubrà que todo el trabajo valioso y significativo que habÃa producido provenÃa de relaciones afectivas con los clientes. No estoy hablando de profesionalismo; estoy hablando de afecto. Estoy hablando de compartir con el cliente algunos principios comunes. Que, de hecho, tu visión de la vida sea congruente con la del cliente. De otro modo la lucha es amarga y sin esperanzas.
Si puedes elegir, no tengas un empleo
Una noche estaba sentado en mi auto fuera de la Universidad de Columbia, donde mi esposa Shirley estudiaba antropologÃa. Mientras esperaba escuchaba la radio y oà a un periodista preguntar: “Ahora que llegó a los setenta y cinco, ¿tiene algún consejo para nuestra audiencia sobre cómo prepararse para la vejez?â€. Una voz irritada dijo: “¿Por qué últimamente todos me preguntan sobre la vejez?â€. Reconocà la voz de John Cage. Apenas lo conocÃ, admiré su contribución a nuestro tiempo.
“Sabes, no sé cómo prepararme para la vejezâ€, dijo. “Nunca tuve un empleo, porque si tienes un empleo, algún dÃa alguien te lo quitará y entonces no estarás preparado para la vejez. Para mà ha sido lo mismo cada dÃa desde los doce. Me levanto por la mañana y trato de darme una idea de cómo llevar el pan a la mesa hoy. Es lo mismo a los setenta y cinco: me levanto cada mañana y pienso cómo voy a llevar el pan a la mesa hoy. Estoy excelentemente preparado para la vejezâ€.
Alguna gente es tóxica, mejor evitarla
En los sesenta habÃa un hombre llamado Fritz Perls que era psicólogo gestáltico. La terapia Gestalt, derivada de la historia del arte, propone que debes comprender el “todo†antes que los detalles. Lo que debes observar es la cultura entera, la familia completa, y la comunidad, etc. Perls proponÃa que en todas las relaciones la gente puede ser tan tóxica como enriquecedora. No es necesariamente cierto que la misma persona sea tóxica o enriquecedora en todas sus relaciones, pero la combinación de dos personas puede producir consecuencias tóxicas o enriquecedoras. Y lo importante que puedo contar es que hay un test para determinar si alguien es tóxico o enriquecedor en su relación contigo. Aquà va el test: tienes que pasar algún tiempo con la persona, asà sea tomar un trago, ir a cenar o ver un juego deportivo. No importa demasiado, pero al final observa si te sientes con más o menos energÃa, si estás cansado o si estás fortalecido. Si estás más cansado, entonces te han envenenado. Si tienes más energÃa, te han enriquecido. El test es casi infalible y sugiero usarlo toda la vida.
El profesionalismo no basta
Cuando comencé mi carrera querÃa ser profesional. Ésa era mi aspiración porque los profesionales parecÃan saberlo todo, sin mencionar que además les pagan por eso. Más tarde, después de trabajar un tiempo, descubrà que el profesionalismo en sà mismo era una limitante. Después de todo, lo que profesionalismo significa en la mayorÃa de los casos es “reducción de riesgosâ€. AsÃ, si quieres arreglar tu auto vas donde un mecánico que sepa cómo lidiar con el problema que tiene. Supongo que si necesitas cirugÃa en el cerebro no querrás tener cerca a un doctor tonto inventando una nueva forma de conectar tus terminaciones nerviosas. Por favor, hazlo de la forma que ha funcionado bien en el pasado.
Desafortunadamente, en nuestro campo, el asà llamado creativo (odio esa palabra porque se suele usar mal, odio el hecho de que se la use como sustantivo, ¿te imaginas llamar a alguien creativo?), cuando haces algo en forma recurrente para reducir riesgos o lo haces de la misma forma en que lo has hecho antes, se vuelve claro por qué el profesionalismo no es suficiente. Después de todo, lo que se requiere en nuestro campo, más que cualquier otra cosa, es la trasgresión continua. El profesionalismo no da lugar a la trasgresión porque ésta incluye la posibilidad de error, y si eres profesional tu instinto te dicta no fallar, sino repetir el éxito. Entonces, el profesionalismo como aspiración de vida es una meta limitada.
Menos no necesariamente es más
Al ser hijo del modernismo escuché este mantra toda mi vida: “Menos es másâ€. Una mañana, antes de levantarme, me di cuenta de que era un sinsentido total, un asunto absurdo y bastante vacÃo. Pero suena importante porque contiene dentro de sà una paradoja resistente a la razón. Sin embargo, no funciona cuando pensamos en la historia visual del mundo. Si observas una alfombra persa, no puedes decir que menos es más porque te das cuenta de que cada parte de esa alfombra, cada cambio de color, cada cambio de forma es absolutamente esencial para su calidad estética. No se puede probar de ninguna manera que una alfombra lisa es superior. Lo mismo con el trabajo de GaudÃ, las miniaturas persas, el art nouveau y muchas otras cosas. Tengo una máxima alternativa que creo que es más apropiada: “Suficiente es másâ€.
El estilo no es confiable
Creo que esta idea se me ocurrió por primera vez cuando miraba una maravillosa acuarela de un toro de Picasso. Era una ilustración para un cuento de Balzac llamado “La obra maestra desconocidaâ€. Es un toro expresado en doce estilos, desde una versión muy naturalista hasta una abstracción reducida a una simple lÃnea, con todos los pasos intermedios. Lo que surge con claridad al observar este impreso es que el estilo es irrelevante. En cada uno de esos casos, desde la abstracción extrema hasta el naturalismo fiel, todos son extraordinarios más allá del estilo. Es absurdo ser leal a un estilo. No merece tu lealtad. Debo decir que para los viejos profesionales del diseño es un problema, porque el campo está manejado más que nunca por intereses económicos. El cambio de estilo suele estar ligado a factores económicos, como todos los que leyeron a Marx saben. También se produce cansancio cuando la gente ve demasiado de lo mismo todo el tiempo. Entonces, cada diez años más o menos se produce un cambio estilÃstico y las cosas se vuelven diferentes. Las tipografÃas van y vienen y el sistema visual cambia un poco. Si llevas años de trabajo como diseñador, tienes el problema esencial de qué hacer. Quiero decir, después de todo, has desarrollado un vocabulario, una forma que te es propia. Es uno de los modos de distinguirte de tus pares y establecer tu identidad en el campo del diseño. Mantener tus creencias y preferencias se vuelve un acto de equilibrio. La duda entre perseguir el cambio o mantener tu propia forma distintiva se vuelve complicado. Todos hemos conocido casos de ilustres personajes cuyo trabajo repentinamente pasó de moda o, más precisamente, se quedó en el tiempo. Y allà hay historias tristes como la de Cassandre, indiscutidamente el más grande diseñador gráfico de principios del siglo XX, que no pudo ganarse la vida en sus últimos años y se suicidó.
En la medida en que vives, tu cerebro cambia
El cerebro es el órgano más activo del cuerpo. De hecho, es el órgano más susceptible de cambiar y regenerarse. Tengo un amigo llamado Gerard Edelman que es un gran erudito en estudios del cerebro y para quien la analogÃa del cerebro con la computadora es desafortunada. El cerebro es más como un jardÃn silvestre que constantemente está creciendo y esparciendo semillas, regenerándose, etc. Y él cree que el cerebro es maleable —en una forma de la cual no somos totalmente conscientes— a toda experiencia y a todo encuentro que tengamos en nuestra vida.
Me fascinó una historia en un periódico hace pocos años acerca de la búsqueda del oÃdo absoluto. Un grupo de cientÃficos decidió que descubrirÃa por qué alguna gente tiene oÃdo absoluto. Son los que pueden escuchar una nota con precisión y replicarla exactamente en el tono correcto. Alguna gente tiene un oÃdo muy fino, pero el oÃdo absoluto es raro incluso entre los músicos. Los cientÃficos descubrieron —no sé cómo— que en la gente con oÃdo absoluto el cerebro era diferente. Ciertos lóbulos del cerebro habÃan experimentado algún cambio o deformación recurrente entre quienes tenÃan oÃdo absoluto. Esto fue suficientemente interesante en sà mismo, pero entonces descubrieron algo aún más fascinante: si tomas un grupo de niños de cuatro o cinco años de edad y les enseñas a tocar el violÃn, luego de unos años algunos de ellos habrán desarrollado el oÃdo absoluto, y en todos esos casos su estructura cerebral habrá cambiado. Bien… ¿qué podrÃa significar eso para el resto de nosotros? Tendemos a creer que la mente afecta al cuerpo y que el cuerpo afecta a la mente, pero generalmente no creemos que todo lo que hacemos afecte el cerebro. Estoy convencido de que si alguien me gritara desde el otro lado de la calle, mi cerebro podrÃa ser afectado y mi vida podrÃa cambiar. Es por eso que mi madre siempre decÃa: “No te juntes con esos chicos malosâ€. Mamá tenÃa razón. El pensamiento cambia nuestra vida y nuestro comportamiento.
También creo que el dibujo funciona de la misma manera. Soy un gran defensor del dibujo, no por haberme convertido en ilustrador, sino porque creo que el dibujo cambia el cerebro, de la misma forma en que encontrar la nota correcta cambia la vida de un violinista. El dibujo te vuelve atento, te hace prestar atención a lo que ves, lo cual no es tan fácil.
La duda es mejor que la certeza
Todo el mundo habla siempre de tener confianza, de creer en lo que haces. Recuerdo que una vez en clase de yoga el profesor dijo que, espiritualmente hablando, si tú crees que has alcanzado la iluminación, apenas has alcanzado tus lÃmites. Pienso que es verdad en un sentido práctico. Las creencias profundamente arraigadas de cualquier tipo evitan que te abras a experimentar, y es por eso que encuentro cuestionable toda posición ideológica sostenida con firmeza. Me pone nervioso que alguien crea demasiado en algo. Ser escéptico y cuestionar toda convicción arraigada es esencial. Por supuesto, hay que tener clara la diferencia entre escepticismo y cinismo, porque el cinismo es tan restrictivo de la propia apertura al mundo como las convicciones apasionadas: son como gemelos. En definitiva, resolver cualquier problema es más importante que tener razón. Existe una sensación de autosuficiencia tanto en el mundo del arte como en el del diseño. Tal vez comienza en la escuela. Las escuelas de arte a menudo privilegian un modelo de personalidad como el de la filósofa Ayn Rand, quien siempre se resistÃa a las ideas de cultura que la rodeaban. La teorÃa de las vanguardias es que como individuo tú puedes transformar el mundo, lo cual es verdad hasta cierto punto. Uno de los signos del ego dañado es la certeza absoluta.
Las escuelas alientan la idea de no comprometerse y defender tu trabajo a toda costa. Bien, el asunto es que todo trabajo tiene que ver más que nada con la naturaleza del compromiso. Sólo tienes que saber con qué comprometerte. La búsqueda ciega de tus propios fines a costa de excluir la posibilidad de que otros puedan tener razón, no tiene en cuenta el hecho de que en diseño siempre lidiamos con una trÃada: el cliente, la audiencia y tú mismo. Lo ideal serÃa que mediante alguna clase de negociación todas las partes ganaran, pero la autosuficiencia suele ser el enemigo. El narcisismo generalmente proviene de alguna clase de trauma de la infancia que no debe profundizarse. Se trata de un aspecto muy difÃcil en las relaciones humanas. Hace algunos años leà una cosa muy notable sobre el amor, que también aplica a la naturaleza de la relación con los otros. Era una cita de Iris Murdoch en su obituario. DecÃa: “El amor es el hecho extremadamente difÃcil de darse cuenta de que el otro, que no es uno, es realâ€. ¡¿No es fantástico?! La mejor conclusión sobre el tema del amor que se pueda imaginar.
Sobre la edad
El año pasado alguien me regalo para mi cumpleaños un libro encantador de Roger Rosenblatt, llamado Ageing Gracefully [Envejeciendo con gracia]. No me di cuenta del tÃtulo en el momento, pero contiene una serie de reglas para envejecer con gracia. La primera regla es la mejor: “No importa. No importa lo que pienses. Sigue esta regla y agregarás décadas a tu vida. No importa si es tarde o temprano, si estás aquà o allá, si lo dijiste o no, si eres inteligente o estúpido. Si saliste despeinado o calvo o si tu jefe te mira rayado o tu novio o novia te mira rayado, si tú estás rayado. Si consigues o no que te den ese ascenso o premio o casa: no importaâ€. Gran sabidurÃa. Entonces escuché un maravilloso cuento que parecÃa relacionado con la regla número diez: Un carnicero estaba abriendo su negocio una mañana y mientras lo hacÃa un conejo asomó su cabeza a través de la puerta. El carnicero se sorprendió cuando el conejo preguntó: “¿Tiene repollo?â€. El carnicero dijo: “Ésta es una carnicerÃa, vendemos carne, no verdurasâ€. El conejo se fue saltando. Al dÃa siguiente el carnicero estaba abriendo su negocio y el conejo asomó su cabeza y preguntó: “¿Tiene repollo?â€. El carnicero ahora enojado le respondió: “Escúchame pequeño roedor, te dije ayer que vendemos carne, no verduras, y la próxima vez que vengas por aquà te voy a agarrar del cogote y clavaré esas orejas flojas al sueloâ€. El conejo desapareció precipitadamente y nada sucedió durante una semana. Entonces una mañana el conejo asomó su cabeza desde la esquina y preguntó: “¿Tiene clavos?â€. El carnicero dijo: “Noâ€. Entonces el conejo dijo: “¿Tiene repollo?â€.
Decir la verdad
El cuento del conejo es importante porque se me ocurrió que buscar repollo en una carnicerÃa serÃa como buscar ética en el campo del diseño. No parece ser el lugar más adecuado para encontrarla. Es interesante observar que en el nuevo código de ética del American Institute of Graphic Arts aparece una cantidad importante de información sobre conductas para con los clientes y para con otros diseñadores, pero ni una palabra acerca de la relación del diseñador con el público. Lo que se espera del carnicero es que venda carne que se pueda comer y no mercaderÃa engañosa. Recuerdo haber leÃdo que, durante los años de Stalin en Rusia, todo lo que llevaba la etiqueta de “ternera†en realidad era pollo. No me quiero imaginar qué serÃa lo que llevaba la etiqueta “polloâ€. Podemos aceptar algún nivel mÃnimo de engaño, como que nos mientan acerca del Ãndice graso de las hamburguesas, pero cuando el carnicero nos vende carne podrida, nos vamos a otra parte. Como diseñadores, ¿tenemos menos responsabilidad con nuestro público que un carnicero? Quien esté interesado en matricular a los diseñadores gráficos, deberÃa notar que la razón de ser de una matrÃcula es proteger al público, no a los diseñadores ni a los clientes. “No hacer daño†es una advertencia a los doctores que tiene que ver con la relación con sus pacientes, no con sus colegas o con los laboratorios. Si fuéramos matriculados, decir la verdad se convertirÃa en algo más importante en nuestra actividad.
ArtÃculo publicado en Prodavinci por cortesÃa de la Revista El Malpensante by Milton Glaser
Buen artÃculo para terminar el año. Saludos.
Muy buena nota, gracias por la info que nos brindan, saludos y buen año gente.
Excelente!!!
Moy boeno!
BuenÃsima!